Derechos humanos y archivos históricos: Se refiere a los registros burocráticos que evidencian la cultura, la institución y los abusos de la dictadura. En cuanto a los abusos de los derechos humanos, están los creados por organizaciones de derechos humanos, activistas y abogados, relatos de supervivientes, familiares y comunidades para conmemorar a las víctimas, pruebas forenses (por ejemplo, muestras de ADN) o imágenes de satélite de la violencia. Nuestras fuentes primarias sobre violaciones de derechos humanos son los archivos de la sociedad civil y de los distintos organismos estatales que las registraron en su momento o con posteridad.
Estos archivos son esenciales para el curso de la justicia transicional en cualquier país. En algunos casos, ha sido posible acceder a los archivos de los cuerpos represivos (por ejemplo, Uruguay, Paraguay, México). Sin embargo, el caso chileno aún tiene un largo camino por recorrer para encontrar más registros de las fuerzas armadas, policiales y de seguridad durante la dictadura. A pesar de lo anterior, en los últimos 50 años, numerosos organismos públicos, la sociedad civil y organizaciones extranjeras e internacionales han generado abundante documentación, archivos y registros sobre la situación de los derechos humanos en Chile. La tendencia que se observa en la actualidad es que cada institución que resguarda evidencias históricas y de derechos humanos se encuentra aislada y las preserva lo mejor que puede, considerando sus capacidades internas y restricciones presupuestarias. Sin embargo, los retos a los que se enfrentan los archivos históricos no se limitan a la preservación y la digitalización. Hasta ahora, una parte significativa de los registros solo se ha transcrito y procesado manualmente. Enfrentado a la desalentadora tarea de consolidar y escudriñar miles de documentos dispersos en una multitud de archivos y colecciones, este proyecto es un testimonio de la complejidad de lidiar con archivos fragmentados, una tarea que sería casi imposible de realizar manualmente.
El mundo académico tiene la oportunidad de aportar conocimientos técnicos y desarrollos informáticos que podrían reportar importantes beneficios. Sería deseable avanzar hacia una mayor cooperación y coordinación entre las diferentes entidades que cuentan con archivos e información valiosa sobre violaciones a los derechos humanos. Sin embargo, para ello se requieren esfuerzos interinstitucionales y acuerdos políticos al más alto nivel. Los archivos y bases de datos se encuentran dispersos en múltiples instituciones públicas. Además de promover la protección de los derechos humanos y de los archivos históricos, su custodia física y su socialización, estas instituciones pueden utilizar las nuevas tecnologías y los avances informáticos para organizarse, sistematizar, normalizar y analizar estas y otras bases de datos disponibles.
El conocimiento histórico, definido como el análisis de las fuentes y la historiografía para comprender los fenómenos a lo largo del tiempo, ha estado a menudo fragmentado. La recopilación de información de diversos archivos, la lectura de bibliografías y la organización de datos dependen en gran medida de la esquematización, la memoria y las indagaciones que el historiador y el científico social suelen realizar manualmente y de forma aislada. Los conocimientos adquiridos con esta experiencia pueden mejorar significativamente las metodologías de investigación histórica, mejorando los resultados y enriqueciendo nuestra comprensión de la historia y la sociedad.
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